El Ozono O3 es una sustancia natural gaseosa cuya molécula, compuesta por tres átomos de oxígeno, se forma cuando los dos átomos que componen la molécula de oxígeno O2 se separan al recibir una descarga eléctrica. Así, cada átomo de oxígeno liberado O1 se une a otra molécula de oxígeno gaseoso O2 formando moléculas de Ozono O3.
Al estar compartiendo los electrones entre tres átomos de oxígeno en lugar de dos, la molécula resultante es muy inestable y tiende a captar electrones de cualquier otro compuesto que se aproxime para recuperar su estabilidad. Esto lo convierte en un fortísimo oxidante.
Al reconvertirse en oxígeno, el Ozono no deja ningún residuo ni contamina
El Ozono se crea a la medida de las necesidades, actúa e inmediatamente desaparece, reconvirtiéndose en oxígeno sin dejar ningunún rastro, residuo o contaminación cruzada.
Podemos generarlo en dos estados: Ozono gas y Ozono acuoso.
La vida media del Ozono en el aire depende de la hermeticidad del espacio y de la cantidad de materia orgánica existente o con posibilidades de oxidar/desinfectar.
En el agua, en función de la temperatura y en condiciones de despresurización, puede llegar a 30 minutos.
En ambos casos, al reconvertirse en oxígeno no deja ningún residuo ni contamina.
El Ozono no lo ha creado el hombre. Simplemente, imitamos la tecnología de la naturaleza en la generación in situ del Ozono. Es, por tanto, un producto natural, totalmente inocuo en el agua para el hombre. En el aire, por contra, al ser oxidante está prohibida su generación en presencia de seres vivos.
Para su generación / creación sólo se necesita aire y un mínimo consumo eléctrico, pudiéndose realizar en lugares donde se carece de electricidad empleando placas solares y otras fuentes de energía.
La naturaleza, con su sabiduría, nos regala el Ozono. Hoy, podemos imitarla a conveniencia gracias a la más alta e innovadora tecnología de la que disponemos en el siglo XXI.
